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Distintas formas de cocinar sardinas
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Distintas formas de cocinar sardinas
Además de la brasa, las sardinas admiten otras preparaciones culinarias como la fritura, el asado al horno o a la parrilla
Las sardinas se comen, sobre todo, cocinadas a la brasa. Sin embargo, admiten otras preparaciones culinarias menos frecuentes. Se pueden consumir fritas, asadas al horno o a la parrilla. Además, la temporalidad de este pescado azul se extiende a todo el año, por lo que se encuentra con facilidad en las pescaderías y a un precio razonable.
Posibilidades culinarias
Cuando las sardinas se cocinan a la brasa, es frecuente mantener las vísceras, un aspecto que les confiere un sabor y aroma muy peculiares. Pero para realizar esta preparación, es necesario que las sardinas sean muy frescas. De lo contrario, el resultado puede ser el inverso, ya que las vísceras proporcionarán un aroma rancio a la carne.
No obstante, las sardinas no sólo se asan. Aunque ésta es la preparación típica, sus posibilidades culinarias son mayores. Es posible cocinarlas:
•Asadas o enteras en la parrilla o en el horno.
•Fritas en una sartén con aceite de oliva, enharinadas, rebozadas en harina y huevo o empanadas en harina, huevo batido y pan rallado (este pan puede guarnecerse con perejil y ajo picado). Si las sardinas son pequeñas se fríen enteras, mientras que si son grandes es preferible abrirlas en filetes o quitar sólo la espina central, unida por la cola en forma de mariposa.
Si se cocinan de manera más elaborada, se separan los lomos de la espina antes de la preparación. Una preparación muy sencilla consiste en enterrar los lomos en una bandeja de horno con sal y dejarlas durante unos cinco minutos a temperatura muy fuerte, sacar de la bandeja y acompañar estos lomos con una ensalada de tomate, un pequeño chorro de aceite de oliva y unos trocitos de ajo y perejil recién troceados.
Marinadas
Si se prefiere, las sardinas también se pueden macerar. Para ello, se introducen los lomos en un recipiente con zumo de cítricos (lima, naranja o limón) durante unos ocho minutos, o bien con vinagre de sidra o de vino blanco durante cinco minutos. Sólo deben marinarse de manera ligera en el exterior, mientras que el interior queda jugoso.
Ésta es una de las maneras más sabrosas de preparar ensaladas, aliñadas con aceite de oliva, ajo, perejil y sal o como acompañamiento de frutas frescas, como melón, manzanas, melocotón, entrantes diferentes que combinan el frescor de las frutas con la carne grasa de este pescado.
Las sardinas, ya sean fritas, asadas o marinadas, con unos pimientos verdes fritos de temporada, son uno de los principales placeres culinarios.
Mantener la frescura
Un indicador de frescura es la rigidez del cuerpo y el brillo de la piel, así como el color azul plateado del lomo y unas escamas que se desprenden con facilidad. Una vez compradas, las sardinas deben consumirse cuanto antes, ya que aguantan poco tiempo frescas, incluso si se guardan en la nevera. Lo más recomendable es cocinarlas el mismo día.
Se comercializan enteras, puesto que no se deben manipular en exceso debido a su fragilidad. En ocasiones, se pueden encontrar abiertas y sin espina, en forma de mariposa y preparadas para cocinar. Para limpiarlas, sólo debe abrirse el vientre, quitar las vísceras y lavarlas con agua fría para retirar las escamas. Se pueden asar con cabeza.
Las sardinas se comen, sobre todo, cocinadas a la brasa. Sin embargo, admiten otras preparaciones culinarias menos frecuentes. Se pueden consumir fritas, asadas al horno o a la parrilla. Además, la temporalidad de este pescado azul se extiende a todo el año, por lo que se encuentra con facilidad en las pescaderías y a un precio razonable.
Posibilidades culinarias
Cuando las sardinas se cocinan a la brasa, es frecuente mantener las vísceras, un aspecto que les confiere un sabor y aroma muy peculiares. Pero para realizar esta preparación, es necesario que las sardinas sean muy frescas. De lo contrario, el resultado puede ser el inverso, ya que las vísceras proporcionarán un aroma rancio a la carne.
No obstante, las sardinas no sólo se asan. Aunque ésta es la preparación típica, sus posibilidades culinarias son mayores. Es posible cocinarlas:
•Asadas o enteras en la parrilla o en el horno.
•Fritas en una sartén con aceite de oliva, enharinadas, rebozadas en harina y huevo o empanadas en harina, huevo batido y pan rallado (este pan puede guarnecerse con perejil y ajo picado). Si las sardinas son pequeñas se fríen enteras, mientras que si son grandes es preferible abrirlas en filetes o quitar sólo la espina central, unida por la cola en forma de mariposa.
Si se cocinan de manera más elaborada, se separan los lomos de la espina antes de la preparación. Una preparación muy sencilla consiste en enterrar los lomos en una bandeja de horno con sal y dejarlas durante unos cinco minutos a temperatura muy fuerte, sacar de la bandeja y acompañar estos lomos con una ensalada de tomate, un pequeño chorro de aceite de oliva y unos trocitos de ajo y perejil recién troceados.
Marinadas
Si se prefiere, las sardinas también se pueden macerar. Para ello, se introducen los lomos en un recipiente con zumo de cítricos (lima, naranja o limón) durante unos ocho minutos, o bien con vinagre de sidra o de vino blanco durante cinco minutos. Sólo deben marinarse de manera ligera en el exterior, mientras que el interior queda jugoso.
Ésta es una de las maneras más sabrosas de preparar ensaladas, aliñadas con aceite de oliva, ajo, perejil y sal o como acompañamiento de frutas frescas, como melón, manzanas, melocotón, entrantes diferentes que combinan el frescor de las frutas con la carne grasa de este pescado.
Las sardinas, ya sean fritas, asadas o marinadas, con unos pimientos verdes fritos de temporada, son uno de los principales placeres culinarios.
Mantener la frescura
Un indicador de frescura es la rigidez del cuerpo y el brillo de la piel, así como el color azul plateado del lomo y unas escamas que se desprenden con facilidad. Una vez compradas, las sardinas deben consumirse cuanto antes, ya que aguantan poco tiempo frescas, incluso si se guardan en la nevera. Lo más recomendable es cocinarlas el mismo día.
Se comercializan enteras, puesto que no se deben manipular en exceso debido a su fragilidad. En ocasiones, se pueden encontrar abiertas y sin espina, en forma de mariposa y preparadas para cocinar. Para limpiarlas, sólo debe abrirse el vientre, quitar las vísceras y lavarlas con agua fría para retirar las escamas. Se pueden asar con cabeza.
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