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EE.UU., ante una nueva gran crisis
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EE.UU., ante una nueva gran crisis
Lunes 26 Julio 2010
Los que hoy se refugian en el modelo americano pueden verse arrastrados por un desastre anunciado
Tres posibilidades de crisis mayor del sistema político y social amenazan a Estados Unidos: Afganistán, el geiser petrolero del golfo de México y una nueva crisis de créditos hipotecarios. Estas nubes no están por disiparse. Europa debería reforzar su voluntad de ser más autónoma frente a Estados Unidos, para no dejarse arrastrar por el desastre anunciado. Por Jean-Paul Baquiast de Automates Intelligents. Traducción del francés: Margarita Mayoral Villa.
Vista desde satélite del derrame del Golfo de México. Foto: NASA.
En opinión de muchos políticos americanos, Barack Obama, después de haber flotado y de hacer dudar de sus capacidades como jefe de Estado, ha salido de una trampa triple que le acechaba. Por un lado reafirmó su autoridad de comandante en jefe sobre el poder militar obligando a dimitir al general Dtanley McCrystal, quien lo desafió abiertamente. Por otro lado, impuso a BP una contribución de 20 millones de dólares para cubrir los gastos vinculados a la fuga de petróleo en el golfo de México. Finalmente, logró que el congreso aprobara un texto que reglamenta las actividades del sector financiero, a pesar de la oposición de Wall Street.
Sin embargo, en opinión de estos mismos cronistas, se trataba de lo mínimo que podía hacer, sin lo cual Barack Obama se hundiría definitivamente en el descrédito si no en el ridículo, lo que habría podido convertirlo en el blanco de un procedimiento de incapacidad para gobernar dirigido por los Republicanos en las próximas elecciones. Pero de hecho estas decisiones no reglamentaron nada. Al contrario. Contribuyen a encubrir la realidad de una crisis superior que amenaza los Estados Unidos, poniéndolo en riesgo de arrastrar su régimen. Los europeos que se protegen bajo la dominación americana para evitarse grandes opciones difíciles serán por esto, después de los norteamericanos, las victimas obligadas. En los próximos meses, esta crisis tomará tres perspectivas.
Primeramente Afganistán
Haber quitado a McChrystal para poner en su lugar al general David Petraeus, el mal estratega, el mal diplomático (lo vimos en Irak) y además físicamente débil, afirmando que nada será cambiado en la política anunciada, constituye la negación absoluta de la realidad. Recordemos que esta política apunta, por una parte, a restaurar una autoridad afgana sólida en Kaboul, neutralizando a los insurrectos, y por otra parte a evacuar totalmente el país en pocos meses.
Para Bob Herbert, columnista de The New York Times, se trata de una apuesta imposible. No solamente estos objetivos no serán alcanzados, sino que las fuerzas de EE.UU., así como de sus aliados de la OTAN, corren el peligro de sufrir un desastre mayor en el mismo sitio, del cual se aprovecharán todos sus enemigos de Occidente en la región, en primer lugar Pakistán e Irán – esto sin mencionar los trillones de dólares en gastos militares y civiles, los cuales América necesitaría en otros lugares. Bob Herbert evidentemente no es el único que comparte esta opinión. De hecho él mismo es el más moderado.
Podemos entonces preguntarnos si frente a este dilema, Obama y los que lo apoyan tienen razón. La misma pregunta se les hace a todos los Europeos miembros de la OTAN, Nicolás Sarkozy el primero. Recordemos que, desde hace meses, escribimos que esta guerra era imposible de ganar y que había sido irresponsable comprometerse a eso. Más exactamente, esta guerra hace ciertamente el negocio de todos ellos, tanto en Estados Unidos como en otros lugares, que viven de sumas de dinero desembolsado para perderlo, sin hablar de la sangre derramada. Pero ninguno quiere evidentemente reconocer tales objetivos escondidos e inconfesables.
En seguida, el “oil spill”
Sin caer en el catastrofismo, en el cual las sirenas funcionan plenamente, particularmente en Internet, deberíamos estar atentos a las advertencias de un número creciente de geólogos expertos. Según ellos, BP puso en marcha, en su carrera ciega a la rentabilidad, un mecanismo de tipo sísmico que corre el riesgo de adquirir proporciones desastrosas. Algunos hablan de un nuevo Monte Santa Helena.
La razón se debe a las cantidades enormes de gases (eminentemente tóxicos) mantenidos a presiones considerables a muy grandes profundidades que, desestabilizados por la perforación, van a continuar subiendo a la superficie, inexorablemente. Los pozos auxiliares actualmente cavados para inyectar cemento en el pozo principal harían solo incrementar los riesgos de una fractura en las rocas que recubren este primer yacimiento. Mecanismos en cadena podrían generarse en otros yacimientos, con la erupción de cantidades de hidrocarburos líquidos y gaseosos susceptibles de matar miles si no millones de personas en la zona.
Incluso podría producirse un seísmo no sólo geofísico, si no político, llevándose a Obama y posiblemente también el sistema corporatocrático americano entero. Dejémosle al lector el cuidado de acudir él mismo a las fuentes si no de petróleo, por lo menos de la información técnica. Será edificante. Tanto mejor, comienzan a decir ciertos opositores al capitalismo depredador. Posiblemente los americanos comprenderán que han do demasiado lejos. Podemos desearlo, pero nada es menos seguro.
La inseguridad de Wall Street
Nada es tan inseguro como Wall Street, que debía salir fuertemente reglamentada de su enfrentamiento con Obama, y que ahora parece completamente tranquilizada. La nueva ley adoptada por el Congreso el 4 de julio, fue objeto de intensas discusiones entre parlamentarios y grupos de presión, creando una situación tan confusa que los mejores expertos parecen hoy incapaces de decir si tendrá el resultado esperado, es decir, evitar que se reproduzca la última crisis financiera.
Por cierto, en su versión final, la ley extiende los poderes reglamentarios de la Reserva Federal y crea un Consejo de estudio de riesgos bajo la autoridad del secretario del Tesoro. Asimismo, instaura una oficina de protección a los consumidores de crédito y refuerza los poderes de la SEC (Securities and Exchange Commission) con respecto a los Fondos especulativos y las agencias de notación.
Entre otras medidas menos espectaculares, obliga a los bancos y los fondos a alimentar una caja de 20.000 millones de dólares, destinados a cubrir la quiebra de ciertos bancos. Notaremos también que la ley restringe las capacidades de los bancos de invertir en fondos propios (Volcker Rule) y crea un marco más estricto para los productos derivados, que fueron el corazón de la crisis del 2008.
Pero los más moderados reconocen que el control de las prácticas que han provocado la crisis, todavía descansa confiado en la autorregulación de los actores financieros, los mismos que han jugado al argumento según el cual ir más lejos podría asustar a los inversores y secar los créditos necesarios para los negocios. Estos inversores concluyeron que los bancos podrían fácilmente adaptarse a las medidas de control de las que Barack Obama se convirtió en campeón frente al mundo entero, particularmente en el reciente G20. La Bolsa fue particularmente optimista en Wall Street el viernes 25. Todavía podremos allí referirnos a un buen artículo del NYT sobre este tema complicado.
¿Qué pasará con la nueva crisis?
Muy bien, pero ¿qué pasará si una nueva crisis, todavía más fuerte que la anterior, estallara en los meses si no que en las próximas semanas? El nuevo informe de la OCC, The Office of Comptroller of the Currency, el organismo gubernamental de tutela de bancos norteamericanos, dependiente del Tesoro, se publicó el 23 de junio del 2010. Evalúa particularmente los préstamos inmobiliarios y los embargos inmobiliarios en curso. El conjunto de créditos inmobiliarios no comerciales en USA representa 5947.548 millardos de dólares.
Según el OCC, el 87.3% de estos préstamos son reembolsados, lo que significa que el 12.7% de ellos están actualmente en dificultades, o sea, una deuda inmobiliaria de 750 millardos de dólares.
Los bienes inmuebles comerciales estarían también en dificultad, según un informe del COP, Congressional Oversight Panel, oficina de vigilancia colocada por el Congreso. 1. 400 millardos de dólares de créditos inmobiliarios comerciales tendrían que refinanciarse en tres años, es decir, cerca de 500 millardos de dólares que hay que encontrar al año. En resumen, 1.250 millardos a encontrar desde este año, para evitar nuevas quiebras de las instituciones de crédito. ¿Fed y SECO propondrán un nuevo TARP, Troubled Asset Relief Program, permitiendo rescatar sobre fondos federales las deudas de los bancos?
¿Podemos dudar, viendo la importancia ya excesiva de la deuda federal? Pero, mientras, ¿que sucederá, y que hará Obama?
Vemos que las nubes que se acumulan sobre Estados Unidos no están por disiparse. Esto se tiene que comparar con la voluntad de potencia creciente de China, sin mencionar asimismo la de Irán. Europa, por su parte, tendrá la voluntad de intentar ser más autónoma frente a Estados Unidos, para no dejarse arrastrar por el desastre anunciado. No escuchamos mucho a Nicolás Sarkozy acerca de esta gran cuestión, si no más bien sobre el acuerdo que parece esbozarse entre Alemania, Rusia, Polonia y Francia para una política común de seguridad en Europa que podría abrir algunas perspectivas.
Los que hoy se refugian en el modelo americano pueden verse arrastrados por un desastre anunciado
Tres posibilidades de crisis mayor del sistema político y social amenazan a Estados Unidos: Afganistán, el geiser petrolero del golfo de México y una nueva crisis de créditos hipotecarios. Estas nubes no están por disiparse. Europa debería reforzar su voluntad de ser más autónoma frente a Estados Unidos, para no dejarse arrastrar por el desastre anunciado. Por Jean-Paul Baquiast de Automates Intelligents. Traducción del francés: Margarita Mayoral Villa.
Vista desde satélite del derrame del Golfo de México. Foto: NASA.
En opinión de muchos políticos americanos, Barack Obama, después de haber flotado y de hacer dudar de sus capacidades como jefe de Estado, ha salido de una trampa triple que le acechaba. Por un lado reafirmó su autoridad de comandante en jefe sobre el poder militar obligando a dimitir al general Dtanley McCrystal, quien lo desafió abiertamente. Por otro lado, impuso a BP una contribución de 20 millones de dólares para cubrir los gastos vinculados a la fuga de petróleo en el golfo de México. Finalmente, logró que el congreso aprobara un texto que reglamenta las actividades del sector financiero, a pesar de la oposición de Wall Street.
Sin embargo, en opinión de estos mismos cronistas, se trataba de lo mínimo que podía hacer, sin lo cual Barack Obama se hundiría definitivamente en el descrédito si no en el ridículo, lo que habría podido convertirlo en el blanco de un procedimiento de incapacidad para gobernar dirigido por los Republicanos en las próximas elecciones. Pero de hecho estas decisiones no reglamentaron nada. Al contrario. Contribuyen a encubrir la realidad de una crisis superior que amenaza los Estados Unidos, poniéndolo en riesgo de arrastrar su régimen. Los europeos que se protegen bajo la dominación americana para evitarse grandes opciones difíciles serán por esto, después de los norteamericanos, las victimas obligadas. En los próximos meses, esta crisis tomará tres perspectivas.
Primeramente Afganistán
Haber quitado a McChrystal para poner en su lugar al general David Petraeus, el mal estratega, el mal diplomático (lo vimos en Irak) y además físicamente débil, afirmando que nada será cambiado en la política anunciada, constituye la negación absoluta de la realidad. Recordemos que esta política apunta, por una parte, a restaurar una autoridad afgana sólida en Kaboul, neutralizando a los insurrectos, y por otra parte a evacuar totalmente el país en pocos meses.
Para Bob Herbert, columnista de The New York Times, se trata de una apuesta imposible. No solamente estos objetivos no serán alcanzados, sino que las fuerzas de EE.UU., así como de sus aliados de la OTAN, corren el peligro de sufrir un desastre mayor en el mismo sitio, del cual se aprovecharán todos sus enemigos de Occidente en la región, en primer lugar Pakistán e Irán – esto sin mencionar los trillones de dólares en gastos militares y civiles, los cuales América necesitaría en otros lugares. Bob Herbert evidentemente no es el único que comparte esta opinión. De hecho él mismo es el más moderado.
Podemos entonces preguntarnos si frente a este dilema, Obama y los que lo apoyan tienen razón. La misma pregunta se les hace a todos los Europeos miembros de la OTAN, Nicolás Sarkozy el primero. Recordemos que, desde hace meses, escribimos que esta guerra era imposible de ganar y que había sido irresponsable comprometerse a eso. Más exactamente, esta guerra hace ciertamente el negocio de todos ellos, tanto en Estados Unidos como en otros lugares, que viven de sumas de dinero desembolsado para perderlo, sin hablar de la sangre derramada. Pero ninguno quiere evidentemente reconocer tales objetivos escondidos e inconfesables.
En seguida, el “oil spill”
Sin caer en el catastrofismo, en el cual las sirenas funcionan plenamente, particularmente en Internet, deberíamos estar atentos a las advertencias de un número creciente de geólogos expertos. Según ellos, BP puso en marcha, en su carrera ciega a la rentabilidad, un mecanismo de tipo sísmico que corre el riesgo de adquirir proporciones desastrosas. Algunos hablan de un nuevo Monte Santa Helena.
La razón se debe a las cantidades enormes de gases (eminentemente tóxicos) mantenidos a presiones considerables a muy grandes profundidades que, desestabilizados por la perforación, van a continuar subiendo a la superficie, inexorablemente. Los pozos auxiliares actualmente cavados para inyectar cemento en el pozo principal harían solo incrementar los riesgos de una fractura en las rocas que recubren este primer yacimiento. Mecanismos en cadena podrían generarse en otros yacimientos, con la erupción de cantidades de hidrocarburos líquidos y gaseosos susceptibles de matar miles si no millones de personas en la zona.
Incluso podría producirse un seísmo no sólo geofísico, si no político, llevándose a Obama y posiblemente también el sistema corporatocrático americano entero. Dejémosle al lector el cuidado de acudir él mismo a las fuentes si no de petróleo, por lo menos de la información técnica. Será edificante. Tanto mejor, comienzan a decir ciertos opositores al capitalismo depredador. Posiblemente los americanos comprenderán que han do demasiado lejos. Podemos desearlo, pero nada es menos seguro.
La inseguridad de Wall Street
Nada es tan inseguro como Wall Street, que debía salir fuertemente reglamentada de su enfrentamiento con Obama, y que ahora parece completamente tranquilizada. La nueva ley adoptada por el Congreso el 4 de julio, fue objeto de intensas discusiones entre parlamentarios y grupos de presión, creando una situación tan confusa que los mejores expertos parecen hoy incapaces de decir si tendrá el resultado esperado, es decir, evitar que se reproduzca la última crisis financiera.
Por cierto, en su versión final, la ley extiende los poderes reglamentarios de la Reserva Federal y crea un Consejo de estudio de riesgos bajo la autoridad del secretario del Tesoro. Asimismo, instaura una oficina de protección a los consumidores de crédito y refuerza los poderes de la SEC (Securities and Exchange Commission) con respecto a los Fondos especulativos y las agencias de notación.
Entre otras medidas menos espectaculares, obliga a los bancos y los fondos a alimentar una caja de 20.000 millones de dólares, destinados a cubrir la quiebra de ciertos bancos. Notaremos también que la ley restringe las capacidades de los bancos de invertir en fondos propios (Volcker Rule) y crea un marco más estricto para los productos derivados, que fueron el corazón de la crisis del 2008.
Pero los más moderados reconocen que el control de las prácticas que han provocado la crisis, todavía descansa confiado en la autorregulación de los actores financieros, los mismos que han jugado al argumento según el cual ir más lejos podría asustar a los inversores y secar los créditos necesarios para los negocios. Estos inversores concluyeron que los bancos podrían fácilmente adaptarse a las medidas de control de las que Barack Obama se convirtió en campeón frente al mundo entero, particularmente en el reciente G20. La Bolsa fue particularmente optimista en Wall Street el viernes 25. Todavía podremos allí referirnos a un buen artículo del NYT sobre este tema complicado.
¿Qué pasará con la nueva crisis?
Muy bien, pero ¿qué pasará si una nueva crisis, todavía más fuerte que la anterior, estallara en los meses si no que en las próximas semanas? El nuevo informe de la OCC, The Office of Comptroller of the Currency, el organismo gubernamental de tutela de bancos norteamericanos, dependiente del Tesoro, se publicó el 23 de junio del 2010. Evalúa particularmente los préstamos inmobiliarios y los embargos inmobiliarios en curso. El conjunto de créditos inmobiliarios no comerciales en USA representa 5947.548 millardos de dólares.
Según el OCC, el 87.3% de estos préstamos son reembolsados, lo que significa que el 12.7% de ellos están actualmente en dificultades, o sea, una deuda inmobiliaria de 750 millardos de dólares.
Los bienes inmuebles comerciales estarían también en dificultad, según un informe del COP, Congressional Oversight Panel, oficina de vigilancia colocada por el Congreso. 1. 400 millardos de dólares de créditos inmobiliarios comerciales tendrían que refinanciarse en tres años, es decir, cerca de 500 millardos de dólares que hay que encontrar al año. En resumen, 1.250 millardos a encontrar desde este año, para evitar nuevas quiebras de las instituciones de crédito. ¿Fed y SECO propondrán un nuevo TARP, Troubled Asset Relief Program, permitiendo rescatar sobre fondos federales las deudas de los bancos?
¿Podemos dudar, viendo la importancia ya excesiva de la deuda federal? Pero, mientras, ¿que sucederá, y que hará Obama?
Vemos que las nubes que se acumulan sobre Estados Unidos no están por disiparse. Esto se tiene que comparar con la voluntad de potencia creciente de China, sin mencionar asimismo la de Irán. Europa, por su parte, tendrá la voluntad de intentar ser más autónoma frente a Estados Unidos, para no dejarse arrastrar por el desastre anunciado. No escuchamos mucho a Nicolás Sarkozy acerca de esta gran cuestión, si no más bien sobre el acuerdo que parece esbozarse entre Alemania, Rusia, Polonia y Francia para una política común de seguridad en Europa que podría abrir algunas perspectivas.
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