El autismo se sigue abordando con demasiada incertidumbre

Panter 22/12/10, 01:51 am

La detección, diagnóstico y tratamiento del trastorno del espectro autista siguen realizándose en un marco de incertidumbre científica y de variabilidad, según concluye un informe realizado por la Agencia de Información, Evaluación y Calidad en Salud de la Generalitat.

C.F. Barcelona - Martes, 21 de Diciembre de 2010

El trastorno del espectro autista, que agrupa un conjunto de trastornos del desarrollo caracterizado por la presencia de dificultades fundamentalmente en la socialización, comunicación y comportamiento, sigue siendo abordado con incertidumbre, según confirma un informe de la Agencia de Evaluación y Calidad en Salud catalana (antes llamada Agencia de Evaluación de Tecnología e Investigación Médicas), realizado a petición del Plan director de Salud Mental y adicciones del Departamento de Salud de la Generalitat.

Los autores del trabajo son Imma Guillamón, Lluís Rajmil y Mireia Espallargues, que han contado con la colaboración del Centro Cochrane Iberoamericano y expertos de diez centros e instituciones.

En detección precoz, han concluido que ningún estudio recomienda el cribado poblacional, pero sí la detección precoz como parte del proceso de atención al niño sano, con ayuda de instrumentos como la escala Haizen-Llevant y, especialmente, teniendo en cuenta las preocupaciones y alarmas de los padres.

La herramienta M-CHAT y la Escala autónoma para la detección precoz del trastorno de Asperger, con versión española, se recomiendan como complemento para el proceso clínico de identificación de niños con riesgo, en concreto entre el primer y el tercer año de vida.

En materia de diagnóstico, el informe defiende que sea integral, multidisciplinario e individualizado y que tenga en cuenta la evaluación de todos los síntomas principales (comportamiento, habilidades sociales, comunicación) y de los desórdenes comórbidos.
Los instrumentos diagnósticos específicos que mejor complementan la historia clínica y la observación son, según las diferentes revisiones, el ADI-R y el ADOS-G.

"No hay evidencia científica de calidad sobre la edad mínima de diagnóstico específico de trastornos del espectro autista pero los especialistas suelen hacer el diagnóstico diferencial a partir de los dos años", se apunta en el informe.

La literatura consultada también muestra que hay variabilidad en el procedimiento diagnóstico y en los profesionales encargados de realizarlo; no obstante, "hay un acuerdo general en considerar que el equipo de evaluación tiene que ser multidisciplinar y que es necesaria una actuación coordinada y un procedimientos contextualizado".

En terapia

Sobre las diferentes intervenciones no farmacológicas, algunas de las cuales han demostrado eficacia en cierta sintomatología, el informe es igualmente concluyente: "No hay suficiente evidencia científica que demuestre su efectividad". En la literatura figuran especialmente intervenciones centradas en la comunicación y la conducta.
En cuanto a la farmacología, el estudio asegura que la literatura apoya el uso de risperidona y metilfenidat, básicamente en sintomatología comorbida, pero también destaca que son necesarios mas estudios, sobre todo a largo plazo.

En 8 de cada 10.000 niños

En el contexto español, de acuerdo con los datos de un estudio australiano, se ha estimado una tasa de incidencia de 8 casos por cada 10.000 niños para el autismo y el trastorno de Asperger en el grupo de 0 a 4 años; de 3,5 por cada 10.000 en el de 5 a 9 años, y de 1,4 por cada 10.000 en el de 10 a 14 años.

La edad de inicio del trastorno es antes de los 3 años, y en algunos casos se han observado las primeras manifestaciones antes del primer año, mostrando déficits en la relación social y comunicativa, y en el juego. Los hombres tienen más riesgo que las mujeres de sufrirlo.

Un estudio realizado en 2002 por los Centers for Disease Control and prevention de los Estados Unidos mostró un aumento de la prevalencia de estos trastornos en parte por el mayor número de fuentes de información de los datos y un mayor conocimiento y uso por parte de los profesionales de las herramientas diagnósticas, pero no descartó la posibilidad de un aumento en el riesgo de desarrollarlos, concluyendo con la necesidad de más investigación en este sentido.