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La 'teoría de la higiene' se confirma en la EII
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La 'teoría de la higiene' se confirma en la EII
Un trabajo realizado por médicos españoles concluye que un mayor número de infecciones durante la infancia resulta protector frente a la colitis ulcerosa y la enfermedad de Crohn.
Sonia Moreno - Viernes, 3 de Diciembre de 2010
La lucha generalizada contra los microbios ha permitido la aparición de generaciones longevas, pero también más afectadas por enfermedades autoinmunes. El primero en apuntar esta observación fue David Strachan, que en 1989 acuñó la hipótesis de la higiene como explicación al crecimiento de las alergias. Según esa hipótesis, la exposición a un menor número de agentes infecciosos durante la infancia, fruto de la mejora de las condiciones higiénico-sanitarias, podría favorecer la aparición de ciertas patologías con base inmunológica, una premisa que se ha estudiado, no sin cierta controversia, sobre todo en las enfermedades alérgicas, principalmente el asma infantil, aunque también en otras como la diabetes y la esclerosis múltiple.
En la enfermedad inflamatoria intestinal (EII), tanto la colitis ulcerosa como la enfermedad de Crohn, si bien se ha constatado un aumento en su incidencia a medida que disminuía la mortalidad infantil y mejoraban las condiciones de vida, no se ha establecido un claro consenso en las publicaciones al respecto. Un mismo número de la revista americana de la especialidad llegó a publicar en 2006 dos trabajos con conclusiones enfrentadas.
A falta de resultados definitivos, Pilar López Serrano, especialista de la Unidad de Gastroenterología en el Hospital Universitario Fundación Alcorcón (Madrid), ha llevado a cabo un estudio epidemiológico casos-control para determinar los factores de riesgo ambientales asociados a la EII.
El estudio, que se publica en Scandinavian Journal of Gastroenterology, concluye que existe "una relación entre todos los factores ambientales asociados a la teoría de la higiene y la enfermedad inflamatoria intestinal. Nuestro trabajo apoya otros previos que habían encontrado esa relación, y aporta nuevos datos que contradicen los estudios que niegan dicha asociación", destaca López Serrano.
El trabajo incluyó a 270 pacientes con la EII (124 con enfermedad de Crohn y 146 con colitis ulcerosa), que se compararon respectivamente con 235 y 278 sujetos controles. Los autores realizaron una encuesta epidemiológica recogiendo información sobre fecha de nacimiento, lugar de residencia, nivel socioeconómico y cultural, factores higiénico-ambientales (compartir dormitorio, tener animal doméstico, uso frecuente de piscina pública) y antecedentes infecciosos (vías respiratorias, gastroenteritis, hospitalizaciones) en la infancia.
Más infecciones
Un vez cotejados los datos, se constató para todos los pacientes como factores de riesgo para la aparición de EII residir en un ámbito urbano y un mejor nivel cultural y socioeconómico. En cambio, fueron factores protectores un mayor número de episodios infecciosos (tanto respiratorios como gastrointestinales).
"Es importante destacar que no encontramos asociación con las infecciones virales exantemáticas. En trabajos anteriores se había intentado relacionar la EII bien con infecciones víricas o bien con antecedentes de vacunación frente a virus exantemáticos, pero nosotros no hallamos tal relación". También, y de acuerdo con otros trabajos previos, resultó un elemento protector en la colitis ulcerosa el hábito tabáquico en el paciente y la apendicectomía.
Otro hallazgo llamativo del trabajo es que en la enfermedad de Crohn resultaron factores de riesgo la introducción de la lactancia artificial antes de los seis meses, así como del gluten de forma precoz, "aunque habría que estudiarlo con más detalle", dice López Serrano.
Para la especialista, el trabajo sirve sobre todo para reafirmar la teoría de la higiene en estas enfermedades. Más difícil es llevar estas conclusiones al terreno terapéutico; en los casos de riesgo claro de EII (por ejemplo, cuando los dos progenitores la sufren), se podría sugerir incluir una mascota en la familia o llevar al niño pequeño a una guardería, pero esto no dejan de ser vagas recomendaciones más que pautas clínicas.
"Tendríamos que plantearnos si el combate contra los microorganismos, que tan útil ha sido para mejorar la esperanza y calidad de vida, debe ser tan drástico como se sigue en las sociedades occidentales; parece que eso puede acarrear también consecuencias negativas".
(Scandinavian J Gastroent DOI: 10.3109/00365521. 2010.510575).
Sonia Moreno - Viernes, 3 de Diciembre de 2010
La lucha generalizada contra los microbios ha permitido la aparición de generaciones longevas, pero también más afectadas por enfermedades autoinmunes. El primero en apuntar esta observación fue David Strachan, que en 1989 acuñó la hipótesis de la higiene como explicación al crecimiento de las alergias. Según esa hipótesis, la exposición a un menor número de agentes infecciosos durante la infancia, fruto de la mejora de las condiciones higiénico-sanitarias, podría favorecer la aparición de ciertas patologías con base inmunológica, una premisa que se ha estudiado, no sin cierta controversia, sobre todo en las enfermedades alérgicas, principalmente el asma infantil, aunque también en otras como la diabetes y la esclerosis múltiple.
En la enfermedad inflamatoria intestinal (EII), tanto la colitis ulcerosa como la enfermedad de Crohn, si bien se ha constatado un aumento en su incidencia a medida que disminuía la mortalidad infantil y mejoraban las condiciones de vida, no se ha establecido un claro consenso en las publicaciones al respecto. Un mismo número de la revista americana de la especialidad llegó a publicar en 2006 dos trabajos con conclusiones enfrentadas.
A falta de resultados definitivos, Pilar López Serrano, especialista de la Unidad de Gastroenterología en el Hospital Universitario Fundación Alcorcón (Madrid), ha llevado a cabo un estudio epidemiológico casos-control para determinar los factores de riesgo ambientales asociados a la EII.
El estudio, que se publica en Scandinavian Journal of Gastroenterology, concluye que existe "una relación entre todos los factores ambientales asociados a la teoría de la higiene y la enfermedad inflamatoria intestinal. Nuestro trabajo apoya otros previos que habían encontrado esa relación, y aporta nuevos datos que contradicen los estudios que niegan dicha asociación", destaca López Serrano.
El trabajo incluyó a 270 pacientes con la EII (124 con enfermedad de Crohn y 146 con colitis ulcerosa), que se compararon respectivamente con 235 y 278 sujetos controles. Los autores realizaron una encuesta epidemiológica recogiendo información sobre fecha de nacimiento, lugar de residencia, nivel socioeconómico y cultural, factores higiénico-ambientales (compartir dormitorio, tener animal doméstico, uso frecuente de piscina pública) y antecedentes infecciosos (vías respiratorias, gastroenteritis, hospitalizaciones) en la infancia.
Más infecciones
Un vez cotejados los datos, se constató para todos los pacientes como factores de riesgo para la aparición de EII residir en un ámbito urbano y un mejor nivel cultural y socioeconómico. En cambio, fueron factores protectores un mayor número de episodios infecciosos (tanto respiratorios como gastrointestinales).
"Es importante destacar que no encontramos asociación con las infecciones virales exantemáticas. En trabajos anteriores se había intentado relacionar la EII bien con infecciones víricas o bien con antecedentes de vacunación frente a virus exantemáticos, pero nosotros no hallamos tal relación". También, y de acuerdo con otros trabajos previos, resultó un elemento protector en la colitis ulcerosa el hábito tabáquico en el paciente y la apendicectomía.
Otro hallazgo llamativo del trabajo es que en la enfermedad de Crohn resultaron factores de riesgo la introducción de la lactancia artificial antes de los seis meses, así como del gluten de forma precoz, "aunque habría que estudiarlo con más detalle", dice López Serrano.
Para la especialista, el trabajo sirve sobre todo para reafirmar la teoría de la higiene en estas enfermedades. Más difícil es llevar estas conclusiones al terreno terapéutico; en los casos de riesgo claro de EII (por ejemplo, cuando los dos progenitores la sufren), se podría sugerir incluir una mascota en la familia o llevar al niño pequeño a una guardería, pero esto no dejan de ser vagas recomendaciones más que pautas clínicas.
"Tendríamos que plantearnos si el combate contra los microorganismos, que tan útil ha sido para mejorar la esperanza y calidad de vida, debe ser tan drástico como se sigue en las sociedades occidentales; parece que eso puede acarrear también consecuencias negativas".
(Scandinavian J Gastroent DOI: 10.3109/00365521. 2010.510575).
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Fecha de inscripción : 12/05/2010
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