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Trafalgar emerge dos siglos después
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Trafalgar emerge dos siglos después
Trafalgar emerge dos siglos después
El botón de un uniforme francés permite identificar el pecio de Cádiz donde el buque 'Fougueux' naufragó en 1805 tras participar en la histórica batalla
PEDRO ESPINOSA - Cádiz - 31/10/2010
En la inmensidad del océano Atlántico, un simple botón ha dado la respuesta a una incógnita histórica. El botón 79, procedente de un uniforme francés del siglo XIX, ha permitido localizar, sin riesgo a equivocarse, el punto exacto donde descansan los restos del Fougueux (Fogoso), un navío francés que se hundió con medio millar de soldados tras haber participado en la histórica batalla de Trafalgar (1805). Es la primera vez que, de forma científica, se verifica el pecio de una embarcación protagonista de la celébre contienda.
Faltaba la prueba científica para determinar con exactitud al navío
La investigación, coronada con éxito por el Centro de Arqueología Subacuática de Andalucía (CAS), con sede en Cádiz, tiene sus raíces en viejas creencias. Durante años se sospechó que un conjunto de cañones sumergidos frente a la playa de Camposoto, en San Fernando (Cádiz), pertenecían a un buque hundido en la batalla de Trafalgar, que enfrentó a una escuadra combinada de Francia y España contra la armada inglesa.
Las pesquisas del CAS arrancaron en 1999, cuando un buzo, Juan Domingo Mayo, avisó al entonces recién creado centro de la existencia de unos cañones perfectamente visibles en una laja submarina a nueve metros de profundidad. Así arrancaron 10 años de análisis, inmersiones y búsquedas del personal del CAS, un organismo que depende de la Consejería andaluza de Cultura. Los arqueólogos se sumergieron varias veces y comprobaron la existencia de restos de un buque de guerra de época moderna o contemporánea. Enseguida se pensó en Trafalgar. La batalla había dejado tras de sí numerosos hundimientos.
"Revisamos las fuentes documentales y descubrimos que el Fougueux se había hundido en la zona", recuerda la arqueóloga Nuria Rodríguez. El Fougueux llevaba a bordo a más de 500 hombres. Había partido en agosto de Ferrol. Al llegar a Cádiz, se colocó en primera línea y no resistió los ataques de la armada británica, aunque logró sobrevivir. Por poco tiempo. Lo que no logró el enemigo, lo consiguió un gran temporal, que provocó el hundimiento de la mayoría de los 33 buques españoles y franceses. Al Fougueux trataron de remolcarlo sin éxito. Se hundió con su medio millar de soldados franceses presos y una veintena de ingleses a bordo. Sobrevivieron 21 hombres, que llegaron a la playa, fueron alimentados en el Ventorrillo El Chato y dieron pie a relatos que salen a flote 205 años después.
Probar que los cañones encontrados y otros restos eran del Fougueux no ha sido fácil. No en vano ha costado una década. Su investigación se enmarcó en el proyecto Trafalgar, con el que el CAS celebró el bicentenario de la batalla hace cinco años. Se analizaron en laboratorio dos cañones. Aunque se supo que eran franceses, por sí solos no suponían una prueba fundamental. En realidad, la indagación fue una continua acumulación de pruebas sin ninguna concluyente.
En 2006 y 2008 se realizaron sondeos. Estas excavaciones son las que han aportado la mayor parte de las piezas y datos. Gracias a ellos, se identificó la quilla y se situaron la popa y la proa. "Todo apuntaba a que era una construcción francesa, lo que hacía pensar en el Fougueux, pero en esos años había muchos barcos que se construían a la francesa", relata Nuria Rodríguez. Es decir, aunque tenía diseño francés podía ser español o inglés.
El forro externo del barco correspondía también a una factura francesa pero tampoco era concluyente: en la época se dio un intenso comercio e intercambio de materiales. Con la artillería ocurrió lo mismo. Se hallaron 31 de los 74 cañones que tenía el barco, y aunque se demostró que eran de una fundición francesa, tampoco se podía obtener una conclusión clara. "En tiempo de guerra hay mucho trasvase de armamento", detalla la arqueóloga. Ni siquiera las monedas francesas con la cara de Luis XVI permitían ser resolutivos. "Teníamos la cronología pero no una prueba científica para identificar el barco, porque las monedas podían ser robadas o fruto de un negocio".
La respuesta llegó con los botones. Durante uno de los sondeos apareció un conjunto numeroso. Junto a las hebillas, era el cierre más habitual de la indumentaria militar de la época. Buena parte de ellos estaban numerados según el regimiento al que pertenecían los soldados. Los del 79 iban embarcados en el Fougeaux, entre otros.
Pero la culminación de este trabajo no cierra la investigación. Deja la puerta abierta a futuros estudios. Se presumen mucho más restos escondidos bajo las rocas, pero en arqueología subacuática siempre prima más la conservación que la extracción, así que no se excavará más. "Es el principio de mínima intervención", responde la directora del CAS, Carmen García Rivera. Ahora que se sabe la nacionalidad del barco, España debe decidir si lo notifica a Francia. La convención de la Unesco lo recomienda pero no marca una obligación. La notificación es una decisión política. Francia puede querer investigar el pecio pero el Gobierno español no está forzado a autorizarlo.
El botón de un uniforme francés permite identificar el pecio de Cádiz donde el buque 'Fougueux' naufragó en 1805 tras participar en la histórica batalla
PEDRO ESPINOSA - Cádiz - 31/10/2010
En la inmensidad del océano Atlántico, un simple botón ha dado la respuesta a una incógnita histórica. El botón 79, procedente de un uniforme francés del siglo XIX, ha permitido localizar, sin riesgo a equivocarse, el punto exacto donde descansan los restos del Fougueux (Fogoso), un navío francés que se hundió con medio millar de soldados tras haber participado en la histórica batalla de Trafalgar (1805). Es la primera vez que, de forma científica, se verifica el pecio de una embarcación protagonista de la celébre contienda.
Faltaba la prueba científica para determinar con exactitud al navío
La investigación, coronada con éxito por el Centro de Arqueología Subacuática de Andalucía (CAS), con sede en Cádiz, tiene sus raíces en viejas creencias. Durante años se sospechó que un conjunto de cañones sumergidos frente a la playa de Camposoto, en San Fernando (Cádiz), pertenecían a un buque hundido en la batalla de Trafalgar, que enfrentó a una escuadra combinada de Francia y España contra la armada inglesa.
Las pesquisas del CAS arrancaron en 1999, cuando un buzo, Juan Domingo Mayo, avisó al entonces recién creado centro de la existencia de unos cañones perfectamente visibles en una laja submarina a nueve metros de profundidad. Así arrancaron 10 años de análisis, inmersiones y búsquedas del personal del CAS, un organismo que depende de la Consejería andaluza de Cultura. Los arqueólogos se sumergieron varias veces y comprobaron la existencia de restos de un buque de guerra de época moderna o contemporánea. Enseguida se pensó en Trafalgar. La batalla había dejado tras de sí numerosos hundimientos.
"Revisamos las fuentes documentales y descubrimos que el Fougueux se había hundido en la zona", recuerda la arqueóloga Nuria Rodríguez. El Fougueux llevaba a bordo a más de 500 hombres. Había partido en agosto de Ferrol. Al llegar a Cádiz, se colocó en primera línea y no resistió los ataques de la armada británica, aunque logró sobrevivir. Por poco tiempo. Lo que no logró el enemigo, lo consiguió un gran temporal, que provocó el hundimiento de la mayoría de los 33 buques españoles y franceses. Al Fougueux trataron de remolcarlo sin éxito. Se hundió con su medio millar de soldados franceses presos y una veintena de ingleses a bordo. Sobrevivieron 21 hombres, que llegaron a la playa, fueron alimentados en el Ventorrillo El Chato y dieron pie a relatos que salen a flote 205 años después.
Probar que los cañones encontrados y otros restos eran del Fougueux no ha sido fácil. No en vano ha costado una década. Su investigación se enmarcó en el proyecto Trafalgar, con el que el CAS celebró el bicentenario de la batalla hace cinco años. Se analizaron en laboratorio dos cañones. Aunque se supo que eran franceses, por sí solos no suponían una prueba fundamental. En realidad, la indagación fue una continua acumulación de pruebas sin ninguna concluyente.
En 2006 y 2008 se realizaron sondeos. Estas excavaciones son las que han aportado la mayor parte de las piezas y datos. Gracias a ellos, se identificó la quilla y se situaron la popa y la proa. "Todo apuntaba a que era una construcción francesa, lo que hacía pensar en el Fougueux, pero en esos años había muchos barcos que se construían a la francesa", relata Nuria Rodríguez. Es decir, aunque tenía diseño francés podía ser español o inglés.
El forro externo del barco correspondía también a una factura francesa pero tampoco era concluyente: en la época se dio un intenso comercio e intercambio de materiales. Con la artillería ocurrió lo mismo. Se hallaron 31 de los 74 cañones que tenía el barco, y aunque se demostró que eran de una fundición francesa, tampoco se podía obtener una conclusión clara. "En tiempo de guerra hay mucho trasvase de armamento", detalla la arqueóloga. Ni siquiera las monedas francesas con la cara de Luis XVI permitían ser resolutivos. "Teníamos la cronología pero no una prueba científica para identificar el barco, porque las monedas podían ser robadas o fruto de un negocio".
La respuesta llegó con los botones. Durante uno de los sondeos apareció un conjunto numeroso. Junto a las hebillas, era el cierre más habitual de la indumentaria militar de la época. Buena parte de ellos estaban numerados según el regimiento al que pertenecían los soldados. Los del 79 iban embarcados en el Fougeaux, entre otros.
Pero la culminación de este trabajo no cierra la investigación. Deja la puerta abierta a futuros estudios. Se presumen mucho más restos escondidos bajo las rocas, pero en arqueología subacuática siempre prima más la conservación que la extracción, así que no se excavará más. "Es el principio de mínima intervención", responde la directora del CAS, Carmen García Rivera. Ahora que se sabe la nacionalidad del barco, España debe decidir si lo notifica a Francia. La convención de la Unesco lo recomienda pero no marca una obligación. La notificación es una decisión política. Francia puede querer investigar el pecio pero el Gobierno español no está forzado a autorizarlo.
Selene- Nombre de missatges : 225
Fecha de inscripción : 01/06/2009
Re: Trafalgar emerge dos siglos después
La incógnita que despejó el 79
- La numeración de los botones se correspondía con los regimientos. Aparecieron del 1, 5, 77 y 79. La documentación histórica narra que el regimiento 79 se embarcó en el Argonaute, el Redoutable y el Fougueux. Los dos primeros se hundieron en alta mar. "Fue la clave. El botón cerró todos los círculos, permitió unir el resto de pruebas y certificar la identidad del navío", detalla Rodríguez.
- El pecio del Fougueux fue carne de expoliadores. El CAS tiene también localizado en la gaditana playa de La Caleta los posibles restos del Bucentaure, otro navío francés de la época.
- Además de botones, en el pecio se hallaron zapatos, hebillas, monedas, un bacín para que algún oficial hiciera sus necesidades, una lavativa de temible tamaño, un torniquete, restos de leña para el horno de hacer el pan, huesos de vaca, que viajaban vivas para servir de alimento, y restos de ratas, que dan una idea de la insalubridad de esos viajes.
- La numeración de los botones se correspondía con los regimientos. Aparecieron del 1, 5, 77 y 79. La documentación histórica narra que el regimiento 79 se embarcó en el Argonaute, el Redoutable y el Fougueux. Los dos primeros se hundieron en alta mar. "Fue la clave. El botón cerró todos los círculos, permitió unir el resto de pruebas y certificar la identidad del navío", detalla Rodríguez.
- El pecio del Fougueux fue carne de expoliadores. El CAS tiene también localizado en la gaditana playa de La Caleta los posibles restos del Bucentaure, otro navío francés de la época.
- Además de botones, en el pecio se hallaron zapatos, hebillas, monedas, un bacín para que algún oficial hiciera sus necesidades, una lavativa de temible tamaño, un torniquete, restos de leña para el horno de hacer el pan, huesos de vaca, que viajaban vivas para servir de alimento, y restos de ratas, que dan una idea de la insalubridad de esos viajes.
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