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"Una mente inquieta"
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"Una mente inquieta"
07 SEP 10
Una autoridad en trastorno bipolar narra su experiencia como paciente. Los comentarios de: Sergio Strejilevich, Ivonne Bordelois, Enrique "Topo" Rodríguez, Gerardo García Bonetto, Luis Hornstein, Alejandro Lagomarsino, Juan Carlos Turnes, M. del C. Vidal y Benito.
Kay Jamison
Un libro imprescindible para conocer el padecimiento de una enfermedad relatado por quien lo vive personalmente pero también es una de las expertas más importantes del mundo en el tema. El testimonio descarnado y cautivante de una vida atravesada por la manía y la depresión. El conocimiento, el carbonato de litio, la psicoterapia y una voluntad inquebrantable se conjugaron para rescatar a esta increíble mujer de una dramática enfermedad. IntraMed ha convocado a personas que por sus experiencias de vida como pacientes o por su conocimiento como profesionales, son lectores privilegiados para opinar sobre la obra. Les agradecemos mucho a todos ellos la disposición y el entusiasmo para participar de este artículo.
La autora: Kay Redfield Jamison (14 de octubre de 1946) es una psicóloga clínica y escritora estadounidense. Es una de las principales expertos en el trastorno bipolar. Es profesora de Psiquiatría de la Escuela Universitaria de Medicina Johns Hopkins y es Profesora Honoraria en la Universidad de St. Andrews. Autora de numerosos trabajos de investigación médica y del libro más consultado por especialistas sobre trastorno bipolar: “Manic-Depressive Illness” F. Goodwin & K. Jamison (Publisher: Oxford University Press, USA Published: January 15, 1990) (segunda edición: Oxford 2007).
El libro: Una mente inquieta, Jamison, Kay R. Traducción: Talens, Manuel. Andanzas CA 267 ISBN: 978-84-7223-962-3 224 pág. Tusquets Editores
Sinopsis:
No es la primera vez que la doctora Kay Redfield Jamison, psicóloga y profesora de psiquiatría en la Johns Hopkins University en Estados Unidos, aborda, como especialista en la materia, el tema de la enfermedad maniaco-depresiva. Pero sí es la primera vez que se propone ella misma como «caso», contando su propia y estremecedora experiencia de enferma maniaco-depresiva, experiencia que la puso en condiciones de vivir en su propia carne los infiernos de ese mal, tan universal y, al mismo tiempo, tan mal conocido por el público.
En este testimonio personal, la autora hace el recuento emotivo y perturbador de su odisea a lo largo de treinta años, desde el más penoso caos mental hasta el difícil equilibrio psíquico que ha logrado alcanzar en la actualidad. Hija de un meteorólogo de las fuerzas armadas y de una maestra, desde muy niña empezó a mostrar un carácter que se revelaría precursor de la enfermedad. Poco después de licenciarse en psicología por la Universidad de California en Los Angeles, sufrió el primer verdadero episodio. Durante largos años padeció numerosas recaídas a causa de su rechazo inicial a tomar de forma continuada el litio —fármaco ideal en el tratamiento de tales pacientes—, lo cual la condujo al divorcio, a la ruina y, por supuesto, al intento de suicidio. No obstante, «lo que me ha salvado de verdad ha sido la psicoterapia», confiesa, «la cura mediante la palabra». «El litio puede que modere la enfermedad, pero la psicoterapia enseña a convivir con ella.»
Dr. Sergio Strejilevich
“Una Mente Inquieta”
Por Dr. Sergio Strejilevich
Genialidad y locura. Encontramos los rastros de esta premisa en las fuentes más diversas. Podemos pasar de “Elogio de la Locura” de Erasmo de Rotterdam a películas como “Hombre mirando al sudeste”, “Las horas” o recalar en dichos populares como “los locos siempre dicen la verdad”. La antinomia, la conexión o el entramado (como quieran pensarlo) entre genialidad y locura parecen ser parte de la dialéctica básica que nos constituye. Del mismo modo que los trastornos mentales nos acompañan desde el mismo origen de nuestra especie.
No muy lejos en el pasado, cuando la locura no estaba atada a genialidad alguna o a algún poder económico-político considerable, hemos utilizado la religión, el apedreamiento, la hoguera, barcos a la deriva, cámaras de gas entre otros recursos para lidiar con ella. También intentamos utilizar la más sorprendente variedad de tratamientos. Los resultados eran casi siempre mediocres. Sólo quedaba una mueca de lo que había sido esa persona o en la mayoría de los casos persistía su obra para nuestro disfrute, mientras que la vida de su creador se incineraba para alimentar las páginas de la crónica romántica.
La de Kay Jamison, es posiblemente la primera historia pública que muestra como se ha podido torcer esta trama narrativa. Salvando las distancias que Usted considere respecto de sus obras, entre la historia de Jamison y la de otros “locos geniales” como por ejemplo Virginia Woolf, hay sólo una diferencia que simplemente lo cambia todo: el Carbonato de Litio.
Podemos ver en “Una mente inquieta” como Kay Jamison estuvo a punto de ser consumida por su enfermedad. Podría haber sido otra brillante chica universitaria que desperdiciara su vida en manos “de las drogas y los excesos juveniles.” Pero un diagnóstico oportuno y la posibilidad de tratarse con litio torcieron ese destino de manera revolucionaria. El tratamiento con este fármaco permitió controlar los episodios sin que la inteligencia y la pasión de Jamison quedaran opacadas. Con el tiempo y pudiendo controlar los síntomas de su enfermedad, esta psicóloga logró lo que hasta aquí era una metáfora: siendo una “loca”, se hizo cargo del “loquero”. Enferma de un severo trastorno bipolar tipo I logró ser la jefa de la Unidad de Trastornos del Ánimo de la Universidad J Hopkins y co-autora del tratado que hoy es la biblia de este campo.
Esto no sucedió por un impulso romántico, por la interpretación genial de algún psicoanalista ni como consecuencia de la victoria histórica de un comando antipsiquiátrico. Sucedió porque Jamison, contemporánea de la aprobación del litio para el tratamiento de los trastornos bipolares en 1970, pudo ser diagnosticada y tratada con el primer tratamiento psiquiátrico que cumplió con muchas de las expectativas que generaciones de psiquiatras habían soñado. Y este descubrimiento, como otros, que están modificando la vida de millones de personas, no sucedió por voluntarismo humanístico, posiciones filosóficas ó declaraciones políticas. Fue el resultado de años de investigación colectiva, en el que personas afectadas y psiquiatras entrelazaron sus historias para lograr estos avances revolucionarios.
Por esto, la historia de Jamison, puede y debe, ser leída como parte de una historia mayor, la de los tratamientos modernos en psiquiatría. Vale aquí volver al paralelo entre Jamison y Woolf. La escritora inglesa terminó, joven, sus días hundiéndose en un río en medio de los sufrimientos insoportables que le generaba el trastorno bipolar que padecía. Todos podemos disfrutar su obra, en buena parte “iluminada” por su locura.
Todos menos Woolf y los suyos. En cambio, Jamison nos ofrece una obra literaria y científica de enorme provecho (“Una mente inquieta” debería ser lectura obligatoria en la formación de todo profesional de la salud mental), pero ella está aquí, junto a nosotros, gozando de estas circunstancias. No es un héroe romántico, es una destacada compañera de trabajo.
Como ejemplo, vean esta foto. En ella Kay Jamison acepta con paciencia retratarse junto a algunos cholulos colegas argentinos –entre ellos yo- en los festejos de lo que había sido su premiación con el Möguens Schou Award, el premio que se otorga a los mejores en el campo de los trastornos bipolares. Lleva el nombre de quien lograra poner a punto el tratamiento con litio y comprender su particular efecto en los trastornos bipolares. Un hombre que luego supimos tenía varios familiares afectados por esa misma enfermedad. En la foto, estamos todos un poco “chispeados” por el alcohol. No era para menos, estábamos festejando algo más que una historia individual de excelencia académica, estábamos celebrando un gran triunfo de nuestra disciplina. Por cierto, el Schou Award es un hermoso premio, una pirámide de cristal que permite ver…, un trozo de litio en su interior.
Una autoridad en trastorno bipolar narra su experiencia como paciente. Los comentarios de: Sergio Strejilevich, Ivonne Bordelois, Enrique "Topo" Rodríguez, Gerardo García Bonetto, Luis Hornstein, Alejandro Lagomarsino, Juan Carlos Turnes, M. del C. Vidal y Benito.
Kay Jamison
Un libro imprescindible para conocer el padecimiento de una enfermedad relatado por quien lo vive personalmente pero también es una de las expertas más importantes del mundo en el tema. El testimonio descarnado y cautivante de una vida atravesada por la manía y la depresión. El conocimiento, el carbonato de litio, la psicoterapia y una voluntad inquebrantable se conjugaron para rescatar a esta increíble mujer de una dramática enfermedad. IntraMed ha convocado a personas que por sus experiencias de vida como pacientes o por su conocimiento como profesionales, son lectores privilegiados para opinar sobre la obra. Les agradecemos mucho a todos ellos la disposición y el entusiasmo para participar de este artículo.
La autora: Kay Redfield Jamison (14 de octubre de 1946) es una psicóloga clínica y escritora estadounidense. Es una de las principales expertos en el trastorno bipolar. Es profesora de Psiquiatría de la Escuela Universitaria de Medicina Johns Hopkins y es Profesora Honoraria en la Universidad de St. Andrews. Autora de numerosos trabajos de investigación médica y del libro más consultado por especialistas sobre trastorno bipolar: “Manic-Depressive Illness” F. Goodwin & K. Jamison (Publisher: Oxford University Press, USA Published: January 15, 1990) (segunda edición: Oxford 2007).
El libro: Una mente inquieta, Jamison, Kay R. Traducción: Talens, Manuel. Andanzas CA 267 ISBN: 978-84-7223-962-3 224 pág. Tusquets Editores
Sinopsis:
No es la primera vez que la doctora Kay Redfield Jamison, psicóloga y profesora de psiquiatría en la Johns Hopkins University en Estados Unidos, aborda, como especialista en la materia, el tema de la enfermedad maniaco-depresiva. Pero sí es la primera vez que se propone ella misma como «caso», contando su propia y estremecedora experiencia de enferma maniaco-depresiva, experiencia que la puso en condiciones de vivir en su propia carne los infiernos de ese mal, tan universal y, al mismo tiempo, tan mal conocido por el público.
En este testimonio personal, la autora hace el recuento emotivo y perturbador de su odisea a lo largo de treinta años, desde el más penoso caos mental hasta el difícil equilibrio psíquico que ha logrado alcanzar en la actualidad. Hija de un meteorólogo de las fuerzas armadas y de una maestra, desde muy niña empezó a mostrar un carácter que se revelaría precursor de la enfermedad. Poco después de licenciarse en psicología por la Universidad de California en Los Angeles, sufrió el primer verdadero episodio. Durante largos años padeció numerosas recaídas a causa de su rechazo inicial a tomar de forma continuada el litio —fármaco ideal en el tratamiento de tales pacientes—, lo cual la condujo al divorcio, a la ruina y, por supuesto, al intento de suicidio. No obstante, «lo que me ha salvado de verdad ha sido la psicoterapia», confiesa, «la cura mediante la palabra». «El litio puede que modere la enfermedad, pero la psicoterapia enseña a convivir con ella.»
Dr. Sergio Strejilevich
“Una Mente Inquieta”
Por Dr. Sergio Strejilevich
Genialidad y locura. Encontramos los rastros de esta premisa en las fuentes más diversas. Podemos pasar de “Elogio de la Locura” de Erasmo de Rotterdam a películas como “Hombre mirando al sudeste”, “Las horas” o recalar en dichos populares como “los locos siempre dicen la verdad”. La antinomia, la conexión o el entramado (como quieran pensarlo) entre genialidad y locura parecen ser parte de la dialéctica básica que nos constituye. Del mismo modo que los trastornos mentales nos acompañan desde el mismo origen de nuestra especie.
No muy lejos en el pasado, cuando la locura no estaba atada a genialidad alguna o a algún poder económico-político considerable, hemos utilizado la religión, el apedreamiento, la hoguera, barcos a la deriva, cámaras de gas entre otros recursos para lidiar con ella. También intentamos utilizar la más sorprendente variedad de tratamientos. Los resultados eran casi siempre mediocres. Sólo quedaba una mueca de lo que había sido esa persona o en la mayoría de los casos persistía su obra para nuestro disfrute, mientras que la vida de su creador se incineraba para alimentar las páginas de la crónica romántica.
La de Kay Jamison, es posiblemente la primera historia pública que muestra como se ha podido torcer esta trama narrativa. Salvando las distancias que Usted considere respecto de sus obras, entre la historia de Jamison y la de otros “locos geniales” como por ejemplo Virginia Woolf, hay sólo una diferencia que simplemente lo cambia todo: el Carbonato de Litio.
Podemos ver en “Una mente inquieta” como Kay Jamison estuvo a punto de ser consumida por su enfermedad. Podría haber sido otra brillante chica universitaria que desperdiciara su vida en manos “de las drogas y los excesos juveniles.” Pero un diagnóstico oportuno y la posibilidad de tratarse con litio torcieron ese destino de manera revolucionaria. El tratamiento con este fármaco permitió controlar los episodios sin que la inteligencia y la pasión de Jamison quedaran opacadas. Con el tiempo y pudiendo controlar los síntomas de su enfermedad, esta psicóloga logró lo que hasta aquí era una metáfora: siendo una “loca”, se hizo cargo del “loquero”. Enferma de un severo trastorno bipolar tipo I logró ser la jefa de la Unidad de Trastornos del Ánimo de la Universidad J Hopkins y co-autora del tratado que hoy es la biblia de este campo.
Esto no sucedió por un impulso romántico, por la interpretación genial de algún psicoanalista ni como consecuencia de la victoria histórica de un comando antipsiquiátrico. Sucedió porque Jamison, contemporánea de la aprobación del litio para el tratamiento de los trastornos bipolares en 1970, pudo ser diagnosticada y tratada con el primer tratamiento psiquiátrico que cumplió con muchas de las expectativas que generaciones de psiquiatras habían soñado. Y este descubrimiento, como otros, que están modificando la vida de millones de personas, no sucedió por voluntarismo humanístico, posiciones filosóficas ó declaraciones políticas. Fue el resultado de años de investigación colectiva, en el que personas afectadas y psiquiatras entrelazaron sus historias para lograr estos avances revolucionarios.
Por esto, la historia de Jamison, puede y debe, ser leída como parte de una historia mayor, la de los tratamientos modernos en psiquiatría. Vale aquí volver al paralelo entre Jamison y Woolf. La escritora inglesa terminó, joven, sus días hundiéndose en un río en medio de los sufrimientos insoportables que le generaba el trastorno bipolar que padecía. Todos podemos disfrutar su obra, en buena parte “iluminada” por su locura.
Todos menos Woolf y los suyos. En cambio, Jamison nos ofrece una obra literaria y científica de enorme provecho (“Una mente inquieta” debería ser lectura obligatoria en la formación de todo profesional de la salud mental), pero ella está aquí, junto a nosotros, gozando de estas circunstancias. No es un héroe romántico, es una destacada compañera de trabajo.
Como ejemplo, vean esta foto. En ella Kay Jamison acepta con paciencia retratarse junto a algunos cholulos colegas argentinos –entre ellos yo- en los festejos de lo que había sido su premiación con el Möguens Schou Award, el premio que se otorga a los mejores en el campo de los trastornos bipolares. Lleva el nombre de quien lograra poner a punto el tratamiento con litio y comprender su particular efecto en los trastornos bipolares. Un hombre que luego supimos tenía varios familiares afectados por esa misma enfermedad. En la foto, estamos todos un poco “chispeados” por el alcohol. No era para menos, estábamos festejando algo más que una historia individual de excelencia académica, estábamos celebrando un gran triunfo de nuestra disciplina. Por cierto, el Schou Award es un hermoso premio, una pirámide de cristal que permite ver…, un trozo de litio en su interior.
Panter- Nombre de missatges : 2858
Fecha de inscripción : 12/05/2010
Re: "Una mente inquieta"
Dr. García Bonetto
Comentario del Dr. Gerardo García Bonetto
“Una Mente Inquieta” llegó a mis manos en el año 1997. Por ese entonces, ya hacía varios años que mi interés profesional estaba focalizado en el tema de los Trastornos Bipolares. De inmediato, comencé a recomendar el texto a mis pacientes, como una herramienta de educación sobre la enfermedad, contra la estigmatización y como un ejemplo de vida, de cómo convertir un gran problema en una causa para vivir.
Como la autora señala en el prólogo: “Los chinos creen que antes de poder vencer a una bestia es preciso volverla hermosa. A mi manera, yo he tratado de hacer lo mismo con la enfermedad maniaco-depresiva, mi enemiga y mi compañera fascinante y mortífera durante toda la vida;…” (pag. 15).
Pero desde el comienzo, la autora señala clara y enfáticamente, que el propósito del texto es “tratar de cambiar las vidas de otros que sufren tales trastornos.” (pag. 15).
Siempre he cuidado de no producir una idealización del trastorno, de tomar solo el “aspecto soleado” de la enfermedad (según la feliz expresión del Dr. H. Akiskal) y desdeñar las terribles consecuencias que ésta tiene sobre los pacientes y su entorno familiar. El “aspecto oscuro” nos muestra que quienes sufren TB viven en promedio, menos años que la población general y mueren en una medida muy significativa, por suicidio.
En este sentido, también ha sido la Dra. Kay Jamison quien nos ha procurado la mejor de las ayudas para comprender mejor el problema y desarrollar mejores técnicas terapéuticas. Su objetivo en la vida ha sido siempre funcional a la lucha contra la enfermedad. No creo que sea una casualidad que el texto que hoy nos ocupa haya sido escrito cinco años después del texto fundamental de la bibliografía sobre esta enfermedad: “Manic-Depressive Illness” F. Goodwin & K. Jamison (Publisher: Oxford University Press, USA Published: January 15, 1990) (segunda edición: Oxford 2007).
Este texto continúa siendo la referencia obligada y más completa para todo aquel que trabaje en el campo de los Trastornos Bipolares. Es sin dudas, el libro más importante después de los textos de Emil Kraepelin: “Maniac-Depressive Insanity and Paranoia (1921)”.
De tal modo, me parece que “Una Mente inquieta” adquiere su real y gran valor en la medida en que lo comprendemos como un hito dentro de un contexto mayor, que es la obra científica y técnica de la autora, al servicio del mejor conocimiento, en pos de mejores terapéuticas para la Enfermedad Bipolar.
“La imaginación es pobre y la imaginación poética mucho más. La realidad visible, los hechos del mundo y del cuerpo humano, están mucho más llenos de matices, son más poéticos que lo que ella descubre. Esto se nota muchas veces en la lucha entablada entre la realidad científica y el mito imaginativo, en la cuál vence gracias a Dios, la ciencia, mucho más lírica mil veces que las teogonías….” Federico García Lorca.
Dr. Cetkovich Backmas, Dra. Kay Jamison, Dr. Strejilevich, Dr. García Bonetto
Dr. Gerardo García Bonetto:
Médico Psiquiatra. Licenciado en Psicología. Secretario de la Sección de Trastornos Bipolares de la Asociación Argentina de Psiquiatría.
* IntraMed agradece al Dr. García Bonetto la generosidad de compartir sus comentarios con nuestros lectores.
Comentario de Ivonne Bordelois
Muy valioso y valiente resulta el testimonio de K. Jamison sobre su experiencia maníaco-depresiva. En particular, sorprenden por su lucidez y su franqueza sus críticas a los efectos laterales del litio, y su descripción de las reacciones negativas que muchos profesionales de la medicina tienen en cuanto a las personas que sufren esta afección.
En ciertos aspectos creo que convendría profundizar su perspectiva. El delirio maníaco, como se ha observado con frecuencia, coincide con períodos auténticamente creativos, y suele darse en individuos muy talentosos. Hay un trasfondo cultural que en épocas represivas suele enfatizar exclusivamente los aspectos perturbadores de este tipo de manía, y no otorga ninguna relevancia ni valor a las creaciones que se dan en el contexto de la manía. No es ningún azar, por ejemplo, que Van Gogh no haya vendido ninguno de sus cuadros mientras vivía, y sólo la historia de la oreja arrancada trascendiera su renombre.
La pregunta es qué hubiera ocurrido si alguien, a su debido tiempo, hubiera apreciado, elogiado, pagado y colgado en su casa o en algún museo una de sus obras, una de las que hoy se venden a millones de dólares. Acaso la oreja hubiera quedado en su lugar. Es decir, muchas veces los arrebatos furiosos en que incurre el maníaco son respuestas airadas frente a la falta de recepción o el mezquino rechazo de su irradiación por parte de un entorno mediocre, temeroso o envidioso de sus dones.
Es la sociedad misma, a partir de la represión que en gran medida la constituye, la que muchas veces impulsa y potencia el delirio maníaco hasta su desastre. Y nuestra sociedad, que tan liberal se postula, es sumamente represiva en este sentido. Todo hace pensar que la Grecia clásica fue mucho más permisiva en este sentido: Platón reverenciaba la manía “cuando ésta es inspirada por los dioses”. El mundo moderno no acepta dioses de ningún tipo, y cabe preguntarse si el apogeo de Grecia no fue tanto una consecuencia de la proclamada racionalidad griega sino de la convivencia de elementos maníacos y racionales en esa cultura.
No sólo hay sociedades maníacas y otras represivas: la vida misma es, en sustancia, una sucesión de manías y depresiones, como lo es también la historia. Los períodos dictatoriales son represivos, como lo es el invierno; el Renacimiento y la primavera son épocas gloriosas de manía natural o colectiva.
Sería interesante colocar el pensamiento de Jamison en esta perspectiva, algo más amplia que la simple experiencia psiquiátrica. Pero su ejemplo es ya un estímulo muy poderoso para pensar y repensar los errores y prejuicios que suelen enarbolarse con respecto a la experiencia maníaca depresiva.
Ivonne Bordelois
Bio: Egresada de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, Ivonne Bordelois realizó estudios literarios y lingüísticos en la Sorbonne. Colaboró en la revista Sur y junto con Alejandra Pizarnik realizó traducciones y entrevistas para publicaciones nacionales y latinoamericanas. En 1968, se trasladó, gracias a una beca del Conicet, a Boston, donde se doctoró con Noam Chomsky, en el MIT, en 1974. Desde 1975 ocupó por trece años una cátedra de lingüística obtenida por concurso internacional en el Instituto Iberoamericano de la Universidad de Utrecht, Holanda. En 1983 recibió la beca Guggenheim. Entre sus libros figuran el poemario El Alegre Apocalipsis (GEL, 1995), Correspondencia Pizarnik (Planeta, 1998), Un triángulo crucial: Borges, Güiraldes y Lugones y el ensayo La palabra amenazada "A la escucha del cuerpo", "El silencio como porvenir" (Libros del Zorzal).
Dr. Alejandro Lagomarsino
¿Quién es Kay Redfield Jamison?
Una psicóloga que, insólitamente, llegó a ser profesora de psiquiatría en la prestigiosa universidad Johns Hopkins, de EEUU. Una experta en enfermedades del ánimo que logró un lugar destacado por sus investigaciones sobre distintos aspectos del trastorno bipolar (o maníaco depresivo), especialmente las dificultades de los pacientes para mantener la continuidad del tratamiento, y la relación entre los trastornos afectivos y la creatividad. Una enferma que se atrevió a exponerse, e hizo público que ella sufría de ese desorden; lo hizo con su libro autobiográfico "Una mente inquieta".
Su libro es una dolorosa crónica de cómo luchaba contra el desorden bipolar, a la vez que contradictoriamente libraba una guerra continua contra la medicación que podía ayudarla a estabilizarse: el carbonato de litio.
En la Fundación de Bipolares de la Argentina recomendamos su libro a los pacientes y sus familiares, porque es un valioso aporte a la comprensión de este desorden, y aclara por qué es tan difícil sostener un tratamiento con continuidad.
La mayoría de las enfermedades causa sufrimiento a la persona afectada, lo que la motiva para buscar una solución a su problema. En el caso del desorden bipolar, uno de los polos el de la depresión es penoso y temido por los pacientes. Pero el polo de las hipomanías o manías, inversamente, es experimentado como placentero.
Kay Jamison revela cómo el desorden bipolar es una enfermedad que atrapa. Como la adicción a las drogas, captura al enfermo en etapas de éxtasis inimaginables para el común de las personas. Es un desorden del ánimo que invoca afectos gloriosos, entusiasmos desbocados, pasión, efervescencia. Como ella lo describe, "un carnaval de luces, sonidos y posibilidades". Kay vivía en un mundo "lleno de placeres y promesas", desbordante de proyectos y metas eufóricas.
Inevitablemente, tras la etapa de embriaguez aparecía la fase depresiva; todo se volvía chato, gris, sin sentido, impregnado de angustia. Kay expresa: "Las carreteras de mi cerebro estaban atascadas de neuronas". Estas tribulaciones la llevaron a un grave intento de suicidio, con el mismo medicamento que ella rechazaba tomar.
En los períodos en que tomaba adecuadamente el litio, sus afectos se equilibraban, y su vida se normalizaba. Las personas cercanas valoraban el cambio que juzgaban tan favorable; pero la estabilidad no le proporcionaba bienestar. Las dosis de litio indicadas producían muchos efectos adversos desagradables, problemas graves de memoria, náuseas, vómitos y otras lacras. Entre paréntesis, hay que destacar que estas experiencias observadas en miles de pacientes, hicieron que en la actualidad el litio sea administrado en dosis más bajas, y los efectos adversos son hoy mucho más tolerables.
Pero los recuerdos del bienestar, la energía y el optimismo no solamente la hacían añorar los placeres de la manía, sino que la convencían de que ésa era su verdadera vida; no se resignaba a la medianía de la normalidad y se sentía como un pájaro con las alas cortadas. Necesitaba volver a sentirse ella misma. Una y otra vez abandonaba el tratamiento; y cada vez sobrevenía una nueva manía, con su consecuente depresión.
Al terminar el siglo XX ya se avizoraba que el abandono del tratamiento formaba parte del desorden bipolar; infinidad de relatos similares a los de Kay Jamison, con sus ciclos de desbordes maníacos tras dejar el tratamiento, convencieron a los psiquiatras de que una tarea esencial con los pacientes afectados, era acompañarlos en el objetivo de aprender a vivir de otra manera, que si bien es menos placentera, permite al menos intentar una existencia sin suicidio ni psicosis.
En el final de Una Mente Inquieta, Kay Jamison reflexiona sobre su vida con la enfermedad maníaco depresiva, tras haber comprendido y aceptado la necesidad de un tratamiento cotidiano y para toda la vida. No se arrepiente de lo vivido; ha aprendido de ello, y hace su balance expresando: "He sentido más cosas y con más profundidad, he reído más a menudo al haber llorado más veces también". Pero la madurez lograda a través de un doloroso y prolongado proceso la llevó finalmentea elegir estar libre de síntomas y con el desorden bajo control.
Dr. Alejandro Lagomarsino: creador de la Fundación de Bipolares Argentina (Fubipa) y presidente honorario del Capítulo de Psicofarmacología de la Asociación de Psiquiatras Argentinos.
Comentario del Dr. Gerardo García Bonetto
“Una Mente Inquieta” llegó a mis manos en el año 1997. Por ese entonces, ya hacía varios años que mi interés profesional estaba focalizado en el tema de los Trastornos Bipolares. De inmediato, comencé a recomendar el texto a mis pacientes, como una herramienta de educación sobre la enfermedad, contra la estigmatización y como un ejemplo de vida, de cómo convertir un gran problema en una causa para vivir.
Como la autora señala en el prólogo: “Los chinos creen que antes de poder vencer a una bestia es preciso volverla hermosa. A mi manera, yo he tratado de hacer lo mismo con la enfermedad maniaco-depresiva, mi enemiga y mi compañera fascinante y mortífera durante toda la vida;…” (pag. 15).
Pero desde el comienzo, la autora señala clara y enfáticamente, que el propósito del texto es “tratar de cambiar las vidas de otros que sufren tales trastornos.” (pag. 15).
Siempre he cuidado de no producir una idealización del trastorno, de tomar solo el “aspecto soleado” de la enfermedad (según la feliz expresión del Dr. H. Akiskal) y desdeñar las terribles consecuencias que ésta tiene sobre los pacientes y su entorno familiar. El “aspecto oscuro” nos muestra que quienes sufren TB viven en promedio, menos años que la población general y mueren en una medida muy significativa, por suicidio.
En este sentido, también ha sido la Dra. Kay Jamison quien nos ha procurado la mejor de las ayudas para comprender mejor el problema y desarrollar mejores técnicas terapéuticas. Su objetivo en la vida ha sido siempre funcional a la lucha contra la enfermedad. No creo que sea una casualidad que el texto que hoy nos ocupa haya sido escrito cinco años después del texto fundamental de la bibliografía sobre esta enfermedad: “Manic-Depressive Illness” F. Goodwin & K. Jamison (Publisher: Oxford University Press, USA Published: January 15, 1990) (segunda edición: Oxford 2007).
Este texto continúa siendo la referencia obligada y más completa para todo aquel que trabaje en el campo de los Trastornos Bipolares. Es sin dudas, el libro más importante después de los textos de Emil Kraepelin: “Maniac-Depressive Insanity and Paranoia (1921)”.
De tal modo, me parece que “Una Mente inquieta” adquiere su real y gran valor en la medida en que lo comprendemos como un hito dentro de un contexto mayor, que es la obra científica y técnica de la autora, al servicio del mejor conocimiento, en pos de mejores terapéuticas para la Enfermedad Bipolar.
“La imaginación es pobre y la imaginación poética mucho más. La realidad visible, los hechos del mundo y del cuerpo humano, están mucho más llenos de matices, son más poéticos que lo que ella descubre. Esto se nota muchas veces en la lucha entablada entre la realidad científica y el mito imaginativo, en la cuál vence gracias a Dios, la ciencia, mucho más lírica mil veces que las teogonías….” Federico García Lorca.
Dr. Cetkovich Backmas, Dra. Kay Jamison, Dr. Strejilevich, Dr. García Bonetto
Dr. Gerardo García Bonetto:
Médico Psiquiatra. Licenciado en Psicología. Secretario de la Sección de Trastornos Bipolares de la Asociación Argentina de Psiquiatría.
* IntraMed agradece al Dr. García Bonetto la generosidad de compartir sus comentarios con nuestros lectores.
Comentario de Ivonne Bordelois
Muy valioso y valiente resulta el testimonio de K. Jamison sobre su experiencia maníaco-depresiva. En particular, sorprenden por su lucidez y su franqueza sus críticas a los efectos laterales del litio, y su descripción de las reacciones negativas que muchos profesionales de la medicina tienen en cuanto a las personas que sufren esta afección.
En ciertos aspectos creo que convendría profundizar su perspectiva. El delirio maníaco, como se ha observado con frecuencia, coincide con períodos auténticamente creativos, y suele darse en individuos muy talentosos. Hay un trasfondo cultural que en épocas represivas suele enfatizar exclusivamente los aspectos perturbadores de este tipo de manía, y no otorga ninguna relevancia ni valor a las creaciones que se dan en el contexto de la manía. No es ningún azar, por ejemplo, que Van Gogh no haya vendido ninguno de sus cuadros mientras vivía, y sólo la historia de la oreja arrancada trascendiera su renombre.
La pregunta es qué hubiera ocurrido si alguien, a su debido tiempo, hubiera apreciado, elogiado, pagado y colgado en su casa o en algún museo una de sus obras, una de las que hoy se venden a millones de dólares. Acaso la oreja hubiera quedado en su lugar. Es decir, muchas veces los arrebatos furiosos en que incurre el maníaco son respuestas airadas frente a la falta de recepción o el mezquino rechazo de su irradiación por parte de un entorno mediocre, temeroso o envidioso de sus dones.
Es la sociedad misma, a partir de la represión que en gran medida la constituye, la que muchas veces impulsa y potencia el delirio maníaco hasta su desastre. Y nuestra sociedad, que tan liberal se postula, es sumamente represiva en este sentido. Todo hace pensar que la Grecia clásica fue mucho más permisiva en este sentido: Platón reverenciaba la manía “cuando ésta es inspirada por los dioses”. El mundo moderno no acepta dioses de ningún tipo, y cabe preguntarse si el apogeo de Grecia no fue tanto una consecuencia de la proclamada racionalidad griega sino de la convivencia de elementos maníacos y racionales en esa cultura.
No sólo hay sociedades maníacas y otras represivas: la vida misma es, en sustancia, una sucesión de manías y depresiones, como lo es también la historia. Los períodos dictatoriales son represivos, como lo es el invierno; el Renacimiento y la primavera son épocas gloriosas de manía natural o colectiva.
Sería interesante colocar el pensamiento de Jamison en esta perspectiva, algo más amplia que la simple experiencia psiquiátrica. Pero su ejemplo es ya un estímulo muy poderoso para pensar y repensar los errores y prejuicios que suelen enarbolarse con respecto a la experiencia maníaca depresiva.
Ivonne Bordelois
Bio: Egresada de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, Ivonne Bordelois realizó estudios literarios y lingüísticos en la Sorbonne. Colaboró en la revista Sur y junto con Alejandra Pizarnik realizó traducciones y entrevistas para publicaciones nacionales y latinoamericanas. En 1968, se trasladó, gracias a una beca del Conicet, a Boston, donde se doctoró con Noam Chomsky, en el MIT, en 1974. Desde 1975 ocupó por trece años una cátedra de lingüística obtenida por concurso internacional en el Instituto Iberoamericano de la Universidad de Utrecht, Holanda. En 1983 recibió la beca Guggenheim. Entre sus libros figuran el poemario El Alegre Apocalipsis (GEL, 1995), Correspondencia Pizarnik (Planeta, 1998), Un triángulo crucial: Borges, Güiraldes y Lugones y el ensayo La palabra amenazada "A la escucha del cuerpo", "El silencio como porvenir" (Libros del Zorzal).
Dr. Alejandro Lagomarsino
¿Quién es Kay Redfield Jamison?
Una psicóloga que, insólitamente, llegó a ser profesora de psiquiatría en la prestigiosa universidad Johns Hopkins, de EEUU. Una experta en enfermedades del ánimo que logró un lugar destacado por sus investigaciones sobre distintos aspectos del trastorno bipolar (o maníaco depresivo), especialmente las dificultades de los pacientes para mantener la continuidad del tratamiento, y la relación entre los trastornos afectivos y la creatividad. Una enferma que se atrevió a exponerse, e hizo público que ella sufría de ese desorden; lo hizo con su libro autobiográfico "Una mente inquieta".
Su libro es una dolorosa crónica de cómo luchaba contra el desorden bipolar, a la vez que contradictoriamente libraba una guerra continua contra la medicación que podía ayudarla a estabilizarse: el carbonato de litio.
En la Fundación de Bipolares de la Argentina recomendamos su libro a los pacientes y sus familiares, porque es un valioso aporte a la comprensión de este desorden, y aclara por qué es tan difícil sostener un tratamiento con continuidad.
La mayoría de las enfermedades causa sufrimiento a la persona afectada, lo que la motiva para buscar una solución a su problema. En el caso del desorden bipolar, uno de los polos el de la depresión es penoso y temido por los pacientes. Pero el polo de las hipomanías o manías, inversamente, es experimentado como placentero.
Kay Jamison revela cómo el desorden bipolar es una enfermedad que atrapa. Como la adicción a las drogas, captura al enfermo en etapas de éxtasis inimaginables para el común de las personas. Es un desorden del ánimo que invoca afectos gloriosos, entusiasmos desbocados, pasión, efervescencia. Como ella lo describe, "un carnaval de luces, sonidos y posibilidades". Kay vivía en un mundo "lleno de placeres y promesas", desbordante de proyectos y metas eufóricas.
Inevitablemente, tras la etapa de embriaguez aparecía la fase depresiva; todo se volvía chato, gris, sin sentido, impregnado de angustia. Kay expresa: "Las carreteras de mi cerebro estaban atascadas de neuronas". Estas tribulaciones la llevaron a un grave intento de suicidio, con el mismo medicamento que ella rechazaba tomar.
En los períodos en que tomaba adecuadamente el litio, sus afectos se equilibraban, y su vida se normalizaba. Las personas cercanas valoraban el cambio que juzgaban tan favorable; pero la estabilidad no le proporcionaba bienestar. Las dosis de litio indicadas producían muchos efectos adversos desagradables, problemas graves de memoria, náuseas, vómitos y otras lacras. Entre paréntesis, hay que destacar que estas experiencias observadas en miles de pacientes, hicieron que en la actualidad el litio sea administrado en dosis más bajas, y los efectos adversos son hoy mucho más tolerables.
Pero los recuerdos del bienestar, la energía y el optimismo no solamente la hacían añorar los placeres de la manía, sino que la convencían de que ésa era su verdadera vida; no se resignaba a la medianía de la normalidad y se sentía como un pájaro con las alas cortadas. Necesitaba volver a sentirse ella misma. Una y otra vez abandonaba el tratamiento; y cada vez sobrevenía una nueva manía, con su consecuente depresión.
Al terminar el siglo XX ya se avizoraba que el abandono del tratamiento formaba parte del desorden bipolar; infinidad de relatos similares a los de Kay Jamison, con sus ciclos de desbordes maníacos tras dejar el tratamiento, convencieron a los psiquiatras de que una tarea esencial con los pacientes afectados, era acompañarlos en el objetivo de aprender a vivir de otra manera, que si bien es menos placentera, permite al menos intentar una existencia sin suicidio ni psicosis.
En el final de Una Mente Inquieta, Kay Jamison reflexiona sobre su vida con la enfermedad maníaco depresiva, tras haber comprendido y aceptado la necesidad de un tratamiento cotidiano y para toda la vida. No se arrepiente de lo vivido; ha aprendido de ello, y hace su balance expresando: "He sentido más cosas y con más profundidad, he reído más a menudo al haber llorado más veces también". Pero la madurez lograda a través de un doloroso y prolongado proceso la llevó finalmentea elegir estar libre de síntomas y con el desorden bajo control.
Dr. Alejandro Lagomarsino: creador de la Fundación de Bipolares Argentina (Fubipa) y presidente honorario del Capítulo de Psicofarmacología de la Asociación de Psiquiatras Argentinos.
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Fecha de inscripción : 12/05/2010
Re: "Una mente inquieta"
Comentarios del Dr. Luis Hornstein
Kay R. Jamison es una autoridad mundial en desorden bipolar. Becada por la Universidad de Oxford, investigó la relación entre creatividad y bipolaridad en artistas talentosos: los hermanos William y Henry James, Byron, Tennyson, Melville, Schuman, Coleridge, van Gogh, Hemingway. Con ese material escribió otro de sus libros más famosos, Touched with Fire, publicado en 1993.
Pero Kay R. Jamison es también su propio caso. Ella misma es bipolar. En 1995 escribe Una mente inquieta. ¿Tienen los profesores y los profesionales problemas mentales? Son humanos. ¿Pueden producir a pesar de ellos? Jamison, como hemos dicho, es reconocida internacionalmente. La creatividad ¿atenúa la enfermedad, la resuelve o la hace llevadera?
Es humano que a un bipolar, al enterarse de que su enfermedad no es obstáculo para el talento, se le encienda una lucecita de esperanza. Humanos también, el psiquiatra y el psicólogo tienen la obligación de demostrar que no se trata de un mero consuelo. No sólo que la enfermedad convive con la creatividad, que hay creatividad a pesar de la enfermedad, como muestra Jamison, sino que gracias a la creatividad la enfermedad es mantenida a raya y a veces suficientemente superada, como muestra este valiente libro autobiografico.
La primera denominación usada fue “psicosis maníaco-depresiva”. Hablar de “procesos” o de “trastornos”, en vez de “psicosis”, es en principio más amable. Pero obliga a fundamentar ese alejamiento de lo psicótico. “Trastorno bipolar” tiene un sonido mucho más aséptico, tecnológico y desprovisto de connotaciones indeseables. Sin duda, se compadece más con la autoestima saber que uno padece un trastorno afectivo, aunque sea grave, que una psicosis crónica. Y en una enfermedad de la autoestima, son iatrogénicas incluso algunas palabras que se emplean. ¿Pero será sólo una cuestión terminológica?
“La depresión es algo mucho más horrible de lo que puedan expresar las palabras”, escribió Jamison. “¿De dónde viene ese sol negro? ¿De cuál galaxia insensata sus rayos invisibles y pesados me clavan al suelo, a la cama, al mutismo, a la renuncia?”, había escrito Kristeva en 1987. La herida que acabo de sufrir, un fracaso sentimental o profesional, tal duelo son a menudo el disparador de mi sufrimiento. La lista de desgracias que nos pueden abrumar es infinita... Todo esto me proporciona una vida cargada de penas cotidianas, de desconsuelo. En suma, una existencia sin vigor. Según la teoría psicoanalítica “clásica”, la depresión oculta una agresividad contra el objeto perdido. La queja contra sí mismo es, pues, una queja contra el otro. Tal lógica da por sentados un superyó severo y una dialéctica compleja de la idealización y la desvalorización de sí y del otro, conjunto de movimientos que se funda en el mecanismo de la identificación.
Muy distinta es la actitud del psicoanálisis actualizado, contemporáneo: “Lejos de ser un ataque oculto contra otro imaginado hostil por frustrante, la tristeza quizá sea la señal de un yo primitivo herido, incompleto, vacío” (Kristeva, 1987). El abatimiento del depresivo, su postración, (Kristeva no se refiere a cualquier tristeza) no esconde la culpabilidad por su ambivalencia sino que es la expresión de una herida narcisista no cicatrizada.
Trastorno Bipolar se ha asociado en cierta manera con la genialidad, y no es difícil encontrar listados de personas geniales que han padecido o padecen tal enfermedad. Un ejemplo es el libro Touched with Fire, ya mencionado, en la que se analiza la relación entre esta enfermedad y el arte, con menciones a diversos creadores. Desde luego, seguro que ayuda saber que la enfermedad que uno padece es la misma que la que padeció Althusser. Pero si uno trata de encontrar algo parecido en relación con la esquizofrenia la cosa es más difícil; o la esquizofrenia se asocia menos con el éxito y el genio, o el éxito y el genio tiende a reconocer menos públicamente padecer tal enfermedad. ¿Es posible ser psiquiatra en actividad y reconocer públicamente que se padece una esquizofrenia, como lo hace Jamison con su trastorno bipolar? Si uno busca relaciones de personas famosas afectas de esquizofrenia, la lista es demasiado escueta.
Como síntesis es este libro un testimonio valioso e incomparable no solo para entender el trastorno bipolar sino para disminuir el abismo que a veces existe entre los “enfermos mentales” y aquellos que tienen por tarea cuidarlos y curarlos.
Luis Hornstein
Bio: Residente de psiquiatría en CEMIC. Asesor y coautor del Plan de Salud Mental de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, jefe: Dr. Mauricio Goldenberg (1968-1971). Codirector junto al Dr. Mauricio Goldenberg del Centro de Estudios Psicoanalíticos de Caracas (1978-1983). Miembro fundador y actual presidente de la Sociedad Psicoanalítica del Sur (S.P.S.). Presidente de la Fundación para la Investigación de la Depresión (FUNDEP). Profesor invitado de postgrado en diversas instituciones del país y del exterior. Autor de numerosos artículos y capítulos de libros publicados en revistas nacionales y extranjeras. Entre sus libros figuran “Teoría de las ideologías y psicoanálisis” (Kargieman); “Introducción al psicoanálisis” (Trieb); “Cura psicoanalítica y sublimación” (Nueva Visión); “Cuerpo, Historia, Interpretación” (comp.) (Paidós); “Práctica psicoanalítica e historia” (Paidós); “Narcisismo” (Paidós); “Intersubjetividad y Clínica” (Paidós); “Proyecto terapéutico” (comp.) (Paidós); “Las depresiones” Paidós. Premio Konex de Platino 2006: Psicoanálisis.
Kay R. Jamison es una autoridad mundial en desorden bipolar. Becada por la Universidad de Oxford, investigó la relación entre creatividad y bipolaridad en artistas talentosos: los hermanos William y Henry James, Byron, Tennyson, Melville, Schuman, Coleridge, van Gogh, Hemingway. Con ese material escribió otro de sus libros más famosos, Touched with Fire, publicado en 1993.
Pero Kay R. Jamison es también su propio caso. Ella misma es bipolar. En 1995 escribe Una mente inquieta. ¿Tienen los profesores y los profesionales problemas mentales? Son humanos. ¿Pueden producir a pesar de ellos? Jamison, como hemos dicho, es reconocida internacionalmente. La creatividad ¿atenúa la enfermedad, la resuelve o la hace llevadera?
Es humano que a un bipolar, al enterarse de que su enfermedad no es obstáculo para el talento, se le encienda una lucecita de esperanza. Humanos también, el psiquiatra y el psicólogo tienen la obligación de demostrar que no se trata de un mero consuelo. No sólo que la enfermedad convive con la creatividad, que hay creatividad a pesar de la enfermedad, como muestra Jamison, sino que gracias a la creatividad la enfermedad es mantenida a raya y a veces suficientemente superada, como muestra este valiente libro autobiografico.
La primera denominación usada fue “psicosis maníaco-depresiva”. Hablar de “procesos” o de “trastornos”, en vez de “psicosis”, es en principio más amable. Pero obliga a fundamentar ese alejamiento de lo psicótico. “Trastorno bipolar” tiene un sonido mucho más aséptico, tecnológico y desprovisto de connotaciones indeseables. Sin duda, se compadece más con la autoestima saber que uno padece un trastorno afectivo, aunque sea grave, que una psicosis crónica. Y en una enfermedad de la autoestima, son iatrogénicas incluso algunas palabras que se emplean. ¿Pero será sólo una cuestión terminológica?
“La depresión es algo mucho más horrible de lo que puedan expresar las palabras”, escribió Jamison. “¿De dónde viene ese sol negro? ¿De cuál galaxia insensata sus rayos invisibles y pesados me clavan al suelo, a la cama, al mutismo, a la renuncia?”, había escrito Kristeva en 1987. La herida que acabo de sufrir, un fracaso sentimental o profesional, tal duelo son a menudo el disparador de mi sufrimiento. La lista de desgracias que nos pueden abrumar es infinita... Todo esto me proporciona una vida cargada de penas cotidianas, de desconsuelo. En suma, una existencia sin vigor. Según la teoría psicoanalítica “clásica”, la depresión oculta una agresividad contra el objeto perdido. La queja contra sí mismo es, pues, una queja contra el otro. Tal lógica da por sentados un superyó severo y una dialéctica compleja de la idealización y la desvalorización de sí y del otro, conjunto de movimientos que se funda en el mecanismo de la identificación.
Muy distinta es la actitud del psicoanálisis actualizado, contemporáneo: “Lejos de ser un ataque oculto contra otro imaginado hostil por frustrante, la tristeza quizá sea la señal de un yo primitivo herido, incompleto, vacío” (Kristeva, 1987). El abatimiento del depresivo, su postración, (Kristeva no se refiere a cualquier tristeza) no esconde la culpabilidad por su ambivalencia sino que es la expresión de una herida narcisista no cicatrizada.
Trastorno Bipolar se ha asociado en cierta manera con la genialidad, y no es difícil encontrar listados de personas geniales que han padecido o padecen tal enfermedad. Un ejemplo es el libro Touched with Fire, ya mencionado, en la que se analiza la relación entre esta enfermedad y el arte, con menciones a diversos creadores. Desde luego, seguro que ayuda saber que la enfermedad que uno padece es la misma que la que padeció Althusser. Pero si uno trata de encontrar algo parecido en relación con la esquizofrenia la cosa es más difícil; o la esquizofrenia se asocia menos con el éxito y el genio, o el éxito y el genio tiende a reconocer menos públicamente padecer tal enfermedad. ¿Es posible ser psiquiatra en actividad y reconocer públicamente que se padece una esquizofrenia, como lo hace Jamison con su trastorno bipolar? Si uno busca relaciones de personas famosas afectas de esquizofrenia, la lista es demasiado escueta.
Como síntesis es este libro un testimonio valioso e incomparable no solo para entender el trastorno bipolar sino para disminuir el abismo que a veces existe entre los “enfermos mentales” y aquellos que tienen por tarea cuidarlos y curarlos.
Luis Hornstein
Bio: Residente de psiquiatría en CEMIC. Asesor y coautor del Plan de Salud Mental de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, jefe: Dr. Mauricio Goldenberg (1968-1971). Codirector junto al Dr. Mauricio Goldenberg del Centro de Estudios Psicoanalíticos de Caracas (1978-1983). Miembro fundador y actual presidente de la Sociedad Psicoanalítica del Sur (S.P.S.). Presidente de la Fundación para la Investigación de la Depresión (FUNDEP). Profesor invitado de postgrado en diversas instituciones del país y del exterior. Autor de numerosos artículos y capítulos de libros publicados en revistas nacionales y extranjeras. Entre sus libros figuran “Teoría de las ideologías y psicoanálisis” (Kargieman); “Introducción al psicoanálisis” (Trieb); “Cura psicoanalítica y sublimación” (Nueva Visión); “Cuerpo, Historia, Interpretación” (comp.) (Paidós); “Práctica psicoanalítica e historia” (Paidós); “Narcisismo” (Paidós); “Intersubjetividad y Clínica” (Paidós); “Proyecto terapéutico” (comp.) (Paidós); “Las depresiones” Paidós. Premio Konex de Platino 2006: Psicoanálisis.
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